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La hidratación corporal abarca un conjunto de acciones encaminadas a incrementar los niveles hídricos en la piel y en los anexos cutáneos. De una forma natural, la propia piel intenta reducir la pérdida de agua a través del manto hidrolipídico por medio de dos mecanismos. Por un lado, los lípidos que segregan las glándulas sebáceas actúan de barrera contra la evaporación. Y por otro, el factor humectante natural está compuesto por determinadas sustancias con gran capacidad de retención del agua por atracción en el interior de la epidermis. Si te apasiona el sector de la belleza y el bienestar, no te pierdas nuestro post. Te explicamos todo sobre la correcta hidratación de nuestro cuerpo. Además, recuerda que en Esneca podrás especializarte en este ámbito, no te pierdas postgrado en cosmética y dermofarmacia.

¿Cómo mantener una hidratación corporal saludable?

La edad, el ritmo de vida, los condicionantes medioambientales y el tipo de piel determinan si el proceso natural de hidratación corporal es suficiente para mantener un saludable nivel hídrico. Generalmente no es así y puedes necesitar aplicar determinados productos sobre tu piel o ingerir algún suplemento que te pueda ayudar.

Acostúmbrate a beber agua

No se trata de beber mucha agua, basta con que te asegures ingerir un litro o litro y medio al margen de la que tomas al ingerir fruta, un yogur o cualquier comida. Alrededor del 20 % del agua de nuestro organismo se acumula en la piel cuando somos jóvenes, pero con la edad se va perdiendo esta capacidad. Un estudio francés demostró que las personas que ingerían esa agua adicional mejoraban la hidratación corporal.

Exfoliación a discreción

Con el paso de los años, la descamación y la renovación celular se hacen más lentas. En estos casos, la piel se deshidrata y se vuelve más fina. Una exfoliación periódica ayuda a que elimines el exceso de células muertas y facilitas que tu piel pueda absorber mejor los principios activos de las cremas que utilices. En condiciones normales, una exfoliación o peeling cada dos o tres semanas es suficiente; sin embargo, en el caso de pieles excesivamente finas o muy sensibles ese intervalo conviene que lo incrementes.

Lleva una dieta sana y equilibrada

Es muy importante que te alimentes de forma variada y sana. Ha de ser rica en proteínas, vitaminas y ácidos grasos. Aunque los suplementos no sustituyen una dieta equilibrada, puedes ayudarte con ellos. La nutricosmética ha dado pasos de gigante en las últimas décadas y proporciona excelentes resultados. Así, los suplementos con precursores del colágeno, aminoácidos como la lisina y la prolina, ácidos grasos poliinsaturados, ceramidas, licopeno y vitaminas B6 C y E, constituyen los componentes más favorables para combatir la deshidratación.

También está demostrada la eficacia de los betacarotenos, los flavonoides, la glicina y los minerales como el magnesio, el hierro y el calcio. Estos elementos los puedes encontrar en muchos alimentos, como el chocolate negro, las zanahorias, los frutos rojos, los kiwis, la avena, etc.

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Duerme las horas necesarias

Siempre se ha dicho que el sueño es reparador. Es cierto. No solo contribuye a recuperar la buena marcha del sistema inmunitario, sino que estimula la producción de colágeno. El no dormir rompe la barrera de protección de la piel y de las mucosas.

Haz que tu piel respire

Las duchas por las mañanas nos activan y sientan bien. Sin embargo, una ducha rápida por la noche con agua templada ayuda a que elimines todas las partículas de contaminación adheridas a lo largo del día y permite que tu piel respire mejor a lo largo del sueño. Debe ser con agua templada porque el agua caliente contribuye a la desecación y no debes frotar enérgicamente con la esponja porque puedes alterar el manto hidrolipídico. Utiliza jabones suaves y prescinde de productos con un alto contenido alcohólico.

No te expongas al sol

El sol deshidrata y degenera el colágeno y la elastina que producimos. Si no tienes más remedio que exponerte, lo mejor es que utilices fotoprotección, concretamente cremas con factor de protección solar 50. Aplícatela media hora antes de salir de casa y recuerda volverte a echar cada dos horas.

No fumes ni bebas alcohol

Una de las acciones de la nicotina es la de contraer los vasos sanguíneos. Al hacerlo, el flujo disminuye y las toxinas se acumulan. También altera determinadas proteínas, como la queratina, responsable del buen mantenimiento de la barrera cutánea. Además, acelera el estrés oxidativo de las células. Si fumas y no lo puedes dejar, intenta utilizar cremas enriquecidas con vitamina E.

El alcohol, por su parte, reduce la presencia de oxígeno en la sangre y la disminuye la producción de colágeno. En su caso, las cremas enriquecidas con vitamina A, te ayudan a menoscabar los efectos.

Haz deporte y suda

Sudar es uno de los procesos naturales más efectivos para la eliminación de las toxinas acumuladas y limpia los poros. Si no puedes practicar deporte, una alternativa es la sauna semanal o quincenal.

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Elige la crema adecuada para la hidratación corporal según tu piel

Muchas personas creen erróneamente que una piel grasa no necesita hidratación. Deben usar lociones ligeras libres de aceites. En definitiva, debes buscar texturas fluidas y poco densas. Si, además, posees una piel con signos claros de la edad, debes utilizar un sérum con antioxidantes antes de aplicar la crema hidratante en la cara.

Por otra parte, los principios activos hidratantes que contienen las cremas se dividen en cuatro grandes grupos:

  1. Emolientes. Actúan en dos niveles. Por un lado, al depositarse sobre la piel evitan la evaporación de agua y, por otro, incrementa los lípidos del estrato córneo. Muchos laboratorios, para incrementar su eficacia, los acompañan de un humectante, como la urea.
  2. Oclusivos. Son sustancias que, al depositarlas sobre la piel, evitan la pérdida de agua superficial. Por otro lado, incrementan la presencia de agua en el estrato córneo. Forman parte de este grupo, determinados aceites vegetales, vaselina y parafina, cera de abeja, etc.
  3. Humectantes. Son compuestos orgánicos hidrosolubles que mantienen los niveles hídricos de la piel de forma óptima. Aportan flexibilidad al estrato córneo, facilitan la descamación y pueden favorecer a los lípidos del manto. Algunas de esas sustancias son la urea, la glicerina, el sorbitol, el lactato sódico, etc.
  4. Filmógenos. Son macromoléculas que retienen el agua y mejorar el estado de la barrera. Son los liposomas, las nanopartículas, las ciclodextrinas, etc.

En definitiva, una buena hidratación corporal ayuda a tu buena salud y a una sensación de comodidad sin tiranteces. Contribuye a retrasar los signos del envejecimiento y a mejorar el aspecto externo de la piel.