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Cuando decimos que algo es la sal de la vida, nos referimos a un componente positivo que no debe faltar. Sin embargo, no podemos decir lo mismo de la sal en sí misma. Es posible asumir una dieta sin sal y disfrutar al hacerlo, no solo por los aspectos positivos que reporta para la salud. Si estás buscando información sobre cómo puedes adaptar tu dieta y convertirla en una dieta sin sal pero con sabor, toma nota. Te lo explicamos todo en este interesante artículo. Además, recuerda que en Esneca podrás formarte en el ámbito de la nutrición. Echa un vistazo a nuestro técnico superior en dietética a distancia.

Dos falsas creencias sobre la sal

Antes de adentrarnos juntos en el mundo de la alimentación sin sal, nos gustaría desterrar dos mitos erróneos que hacen referencia a este complemento. Tenerlo claro es importante para contextualizar después el resto de la información que te ofrecemos sobre la dieta sin sal:

  1. Mito uno: «Si un alimento no sabe salado, es que no lleva sal». No siempre es así: en ocasiones, la sal queda camuflada por el resto de los sabores y no se aprecia. Pero está ahí. Así que debes mirar la composición nutricional antes de aceptar o descartar un alimento.
  2. Mito dos: «La sal es muy mala, no aporta nada bueno». Es otra afirmación incierta. Nos ayuda a mantener hidratado el organismo, a mejorar el funcionamiento de músculos y nervios, a facilitar los procesos de la digestión. También nos aporta energía, mejora la calidad del sueño y refuerza el sistema óseo. Hoy también hablaremos de sus efectos negativos cuando nos excedemos, pero la sal no es mala per se. Por lo tanto, te conviene contar con el respaldo y la aquiescencia de un buen profesional antes de prescindir de la sal por completo.

Por qué debes reducir el consumo de sal

Es completamente cierto, sin embargo, que abusar de la sal genera en nuestro cuerpo peligrosas consecuencias por el exceso de sodio. ¿Cuáles son los peligros de la sal?:

  • Aumento progresivo de la tensión arterial. A causa de ello se comprimen los vasos sanguíneos y el corazón tiene dificultades para bombear la sangre. ¿La temida derivada? Hipertensión.
  • Riesgo de enfermedad cardiovascular. Es el peligro principal al que se exponen las personas hipertensas: el infarto.
  • Posible aparición o avance de la diabetes.
  • Retención de líquidos, que quedan retenidos y el cuerpo aumenta su volumen.
  • Alteración del sistema nervioso. Intranquilidad y falta de estabilidad, así como posible descontrol emocional.
  • Afecciones en órganos internos, como los riñones, el hígado o la tiroides.
  • Problemas en las articulaciones, principalmente artritis y calambres.
  • Carencias psíquicas y emocionales, relacionadas con la ansiedad y la depresión.

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Principales beneficios de tomar menos sal

Si le das la vuelta a esta realidad y te centras en un enfoque positivo, estas son las consecuencias favorables destacadas de adoptar una dieta sin sal:

  1. Te sientes con más energía. Tendrás una sensación de mayor dinamismo y ganas de hacer cosas. No es un factor mental, sino una consecuencia del efecto de la sal en los riñones: al sobrecargarlos y debilitarlos, la sensación de fatiga se cronifica.
  2. Sientes tu piel rejuvenecida y atractiva. La hidratación cutánea es muchísimo mejor. Si tomas poca sal y bebes más agua, la tendrás más hidratada y bonita.
  3. Adelgazas más fácilmente. Parte de tu retención de líquidos de puede deber directamente al exceso de sal en tu cuerpo. Basta con reemplazar su consumo por otros condimentos, como el vinagre, el limón o algunas especies, para favorecer tu pérdida de peso.
  4. Previenes las hinchazones. Seguimos con la acumulación de líquido, en este caso en piernas, pies y vientre. A la sensación de pesadez y molestia que sufrirás se suma el dolor. ¡Olvídate de ellos tomando menos sal!
  5. Mejoras tu salud cardiovascular. Alejas el riesgo de infartos, derrames cerebrales, hipertensión y otros trastornos circulatorios. Todos ellos son sumamente peligrosos para tu salud.

Trucos para una dieta sin sal o cómo reducirla

No existen milagros: si no pones los medios para conseguirlo, te resultará difícil desacostumbrarte al exceso de sal. Ahora bien, si estás determinado y tienes una convicción plena, no tendrás problemas para incorporar nuevos hábitos de consumo. Ni para evitar los menos recomendables. Estos tips te ayudarán a mantener tu dieta sin sal:

  1. Comienza a leer la información nutricional en el etiquetado. Compara el contenido de sal de cada opción y elige la alternativa con menor cifra. Se considera alimento bajo en sal a aquel que no supera los 0,12g por cada 100g.
  2. Si cocinas tú, prueba el sabor antes de añadirle sal. Las acciones automáticas no van a ayudarte. Muchas veces, usamos el salero por inercia y sin valorar si nuestra receta requiere especialmente de esa sal añadida. Quizás no te hace falta o puedes reemplazarla por lima, vinagre, pimienta… o el sabor natural del mismo plato preparado.
  3. Apuesta por los alimentos menos salados. Infórmate sobre ellos y memorízalos. Cuando comas fuera, te vendrá muy bien. ¿Vas a tomar pizza? Mejor de verduras que de jamón serrano.
  4. Ingiere alimentos ricos en potasio, como los plátanos, los frutos secos, las legumbres o las patatas. Así compensarás los efectos del sodio.
  5. Líbrate de algunas salsas. La mostaza, la mayonesa y el kétchup presentan unos niveles altísimos de sal. No las tomes.
  6. Aplica una reducción progresiva. Ve poco a poco y deja que tu paladar se vaya acostumbrando al verdadero sabor de los alimentos.

Cómo potenciar el sabor de las comidas sin sal

Una de las claves para mantener con éxito tu dieta sin sal es encontrar alternativas a este condimento. Las más populares son el ajo, la lima, la pimienta negra y el jengibre. Aunque también puedes usar hierbas provenzales y otras especies que ayuden a potenciar el sabor de tus platos. Además, existen otros trucos que te ayudarán, sin darte apenas cuenta, a mantener tu dieta sin sal de forma más llevadera.

  1. Apuesta por la plancha y los asados. El carácter rustido de los alimentos aporta matices de sabor y tonalidades doradas que te harán olvidar la sal.
  2. Añade sofritos de hortalizas, tanto salteados como caramelizados. El sabor dulzón que aportan te asegura una experiencia deliciosa sumamente original. El ajo, la cebolla, el puerro o el cebollino son buenas opciones.
  3. Incluye aceites aromáticos en platos de pescado, ensaladas y verduras.
  4. Aporta zumos y ralladuras de cítricos. Las carnes y los pecados adquieren un sabor estupendo cuando se los aplicas.
  5. Pon queso rallado y, de este modo, en vez de sabor salado obtendrás un exquisito sabor umami.

¿Tienes muchísimo más claro cómo seguir una dieta sin sal y ha aumentado tu motivación para hacerlo? ¡Ojalá sea así! Sin embargo, recuerda que lo importante es que tengas claro que no es una decisión discrecional, sino una opción saludable que, preferentemente, debe contar con el respaldo de un especialista cualificado.

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