Muchas veces asociamos el término “adicción” solo a las drogas o el alcohol, pero las conductas adictivas abarcan mucho más. Pueden estar presentes en el uso del móvil, el trabajo, el juego, la comida o incluso en las relaciones afectivas. Reconocerlas es el primer paso para intervenir a tiempo y evitar consecuencias graves en al salud mental, emocional y física. ¿Nos acompañas para explorar más acerca de qué son y cómo detectar una conducta adictiva?
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¿Qué son las conductas adictivas?
Las conductas adictivas son comportamientos repetitivos y compulsivos que una persona realiza para aliviar malestares emocionales o experimentar placer, a pesar de que estos actos le generan consecuencias negativas. A diferencia de los hábitos normales, en una conducta adictiva el individuo pierde el control sobre la acción: no puede dejar de hacerla aunque quiera, y siente un fuerte malestar si no puede llevarla a cabo.
Este tipo de conducta está relacionada con la activación del sistema de recompensa del cerebro. Cuando una acción provoca placer (como ganar en un juego, recibir un like en redes sociales o consumir una sustancia), el cerebro libera dopamina. Con el tiempo, la persona busca repetir esa experiencia, incluso de forma compulsiva, y ahí es cuando comienza la adicción.
No todas las repeticiones son adictivas, hay que aclarar. Para que lo sean, deben incluir una pérdida de control, interferencia en otras áreas de la vida y gran dificultad para dejarlo.
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Tipos de conductas adictivas
Distinguimos entre dos tipos de conductas adictivas: adicciones con sustancia y adicciones sin sustancia. Las dos pueden ser igual de destructivas:
Adicciones con sustancia
Son las más conocidas. Involucran el consumo de elementos que alteran el funcionamiento del sistema nervioso. Algunos ejemplos de adicciones con sustancia incluyen:
- Alcohol.
- Tabaco.
- Cannabis.
- Cocaína.
- Heroína.
- Benzodiazepinas.
Adicciones sin sustancia
También conocidas por las adicciones comportamentales. No hay un consumo químico, pero sí una dependencia psicológica a una acción. Son cada vez más frecuentes y difíciles de identificar, pero podemos distinguirlas mejor con los siguientes ejemplos de adicciones sin sustancia:
- Ludopatía (adicción al juego).
- Adicción al móvil o redes sociales.
- Adicción al trabajo (workaholism).
- Compras compulsivas.
- Trastornos alimentarios (cuando hay una relación adictiva con la comida).
- Adicción al sexo o a la pornografía.
- Dependencia emocional.
En todos estos casos, el patrón es el mismo: la persona busca una recompensa inmediata (placer, evasión, validación…) a través de una conducta repetitiva que se vuelve necesaria para funcionar.
Síntomas de una conducta adictiva
Saber cómo detectar una conducta adictiva no siempre es sencillo ya que, a menudo, quien la padece no es consciente del problema o lo niega. Sin embargo, existen ciertos síntomas frecuentes que pueden dar alguna pista y ayudan a identificarlas.
Pérdida de control
Uno de los indicadores más claros es que la persona no puede dejar de hacer la conducta, aunque lo intente. Por ejemplo, dice que no jugará más a videojuegos entre semana, pero termina haciéndolo cada noche. Esta falta de autocontrol es una señal clave de adicción.
Tolerancia
La tolerancia significa que cada vez se necesita más para sentir el mismo efecto. En el caso de una adicción a las redes sociales, al principio bastaba con mirar el móvil 15 minutos, pero ahora son horas. En adicciones con sustancia, esto puede implicar un consumo creciente para lograr el mismo “subidón”.
Abstinencia emocional
Cuando una persona no puede realizar la conducta adictiva, aparece un malestar evidente: irritabilidad, ansiedad, nerviosismo, tristeza o incluso agresividad. Este síntoma también es crucial para saber cómo detectar una conducta adictiva. Si la ausencia del comportamiento genera un desequilibrio emocional, es probable que haya una dependencia.
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Interferencia con la vida diaria
El comportamiento empieza a interferir con la vida laboral, social o familiar. Se descuidan obligaciones, se pierden relaciones o disminuye el rendimiento en el trabajo o estudios. Por ejemplo, alguien adicto al trabajo puede descuidar su salud o sus vínculos personales sin darse cuenta.
Negación del problema
Las personas con conductas adictivas suelen justificar o minimizar lo que hacen. Frases como “yo lo controlo”, “lo dejo cuando quiera” o “todo el mundo hace esto” son muy frecuentes. Esta negación es una barrera para pedir ayuda y es una señal clave al momento de preguntarse cómo detectar una conducta adictiva.
Cambios emocionales bruscos
Las emociones oscilan de forma intensa: euforia cuando se realiza la conducta y malestar profundo cuando no se puede. También pueden aparecer síntomas de ansiedad, depresión o irritabilidad. Estos cambios se intensifican cuando el entorno intenta poner límites o señalar el problema.
La persona empieza a evitar actividades o personas que interfieran con su conducta adictiva. Puede encerrarse, mentir sobre lo que hace o reducir el contacto con su entorno para mantener su comportamiento en secreto.
Riesgo físico o económico
La adicción lleva a asumir riesgos cada vez mayores, ya sea en la salud (por exceso de consumo), en la seguridad (conducción bajo efectos de sustancias) o en la economía (endeudamiento por apuestas, compras o gastos online).
Obsesión y pensamiento recurrente
La conducta ocupa cada vez más espacio en la mente. La persona piensa constantemente en ella, planifica cuándo podrá realizarla o se distrae fácilmente si no la tiene disponible. Este pensamiento obsesivo impide disfrutar de otras cosas.
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