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Cuando disponemos de tiempo libre queremos relajarnos y desconectar pero, paradójicamente, muchos días de vacaciones los pasamos estresados y agotados. Actividades sin fin y un amplio abanico de destinos y monumentos por visitar terminan restándole valor a nuestra necesidad de conectar con nosotros mismos. Por eso surge el turismo slow o turismo lento; una nueva tendencia basada en experimentar con plenitud el viaje. Te contamos todo lo que debes saber sobre este modelo turístico en auge a continuación.

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¿Qué significa turismo lento y en qué consiste?

Turismo lento significa bajar el ritmo, desacelerar y conectar con el entorno. El objetivo del turismo slow es conectar con las personas, la cultura, la gastronomía y el medio ambiente de manera más real y vívida, así como reencontrarse a uno mismo a través del viaje.

Este tipo de turismo consiste en viajar de forma más relajada y sin prisa. Se diferencia del turismo de masas en su voluntad de vivir intensamente y sacar el mejor provecho posible del tiempo libre no por la cantidad de actividades y visitas que se hacen, sino por su calidad y conexión.

Diferencia entre turismo lento y ecoturismo

Ambos tipos de turismo valoran y ponen sobre la mesa la importancia de la sostenibilidad a la hora de viajar y conocer otras culturas, pero existe una diferencia entre turismo lento y ecoturismo.

El slow turism se caracteriza porque el viajante prioriza lo local y no busca ‘consumir’ un lugar de destino, sino conectar con él. Podríamos afirmar que el turismo lento es un tipo de ecoturismo, pero el ecoturismo no es turismo lento. Por otro lado, el ecoturismo promueve el viaje responsable a las áreas naturales y pone el énfasis en apoyar a las personas y los negocios locales. Busca enriquecer el entorno y limitar el daño que causa la industria del turismo.

La diferencia entre turismo lento y ecoturismo es la importancia que le da cada uno a la conexión y a la sostenibilidad. Mientras que el primero valora la calidad de la experiencia, el segundo prioriza la responsabilidad medioambiental.

Origen del movimiento slow

El movimiento slow se originó en Italia en los años 80. Es una iniciativa que da respuesta a la preocupación por la pérdida de identidad y tradiciones locales, incluyendo la gastronomía y el disfrute, en contraposición al concepto estadounidense de ‘fastfood‘.

Este pensamiento se extendió a otras disciplinas más allá de la gastronomía y actualmente está en auge dentro del turismo. El interés por recuperar el goce de las actividades, realizándolas pausadamente y conectando verdaderamente con el entorno le gana terreno al consumo de destinos, siendo una forma de resistir ante el culto a la velocidad.

Beneficios del turismo slow

Esta práctica turística tan enfocada en la experiencia y la conexión con uno mismo tiene varios beneficios para los viajeros y para el medio ambiente. Veamos por qué hacer turismo slow y cuáles son sus ventajas:

  1. Mayor conexión con el viaje. Los viajeros pueden tomarse más tiempo para explorar un lugar, conocer su cultura, su historia, sus habitantes y su modo de vida, lo que conduce a experiencias más autenticas y enriquecedoras.
  2. Reduce el estrés. Promueve un ritmo de vida más lento y contribuye a reducir los síntomas del estrés, algo que suele asociarse, a menudo, a los modelos de turismo más tradicionales.
  3. Sostenibilidad. Cuando se viaja de forma más lenta se reduce la huella de carbono y se contribuye a la sostenibilidad ambiental.
  4. Se descubren lugares menos conocidos. Al fomentar la exploración es más fácil descubrir pequeños rincones, lugares menos turísticos, fuera de las rutas y que huyen de la saturación de lugares populares.
  5. Promueve la economía local. Los viajeros pueden apoyar la economía local a través de la compra de productos cercanos, visitar restaurantes y participar de manera activa en actividades locales.
  6. Experiencia gastronómica. Probar platos tradicionales y participar en actividades como catas de vino o maridajes permiten conectar con la cultura gastronómica del destino.
  7. Creación de recuerdos duraderos. Una experiencia de viaje más significativa y profunda genera recuerdos que perduran en el tiempo y experiencias que se valoran a lo largo de toda la vida, más allá de una simple foto en el monumento de turno.
  8. Mayor flexibilidad. Al huir de agendas apretadas y horarios insanos, se tiene tiempo para improvisar y adaptarse a las oportunidades y experiencias que pueden encontrarse en el camino.

Ejemplos de slow turism

Tanto si buscas un nuevo lugar para viajar estas vacaciones como si quieres inspirarte para adaptar tu negocio a las nuevas tendencias, estos destinos de slow turism te servirán de inspiración:

  • El Hierro y La Gomera. Estas islas canarias están reconocidas como uno de los mejores destinos turísticos slow, con decenas de puntos de buceo, paisajes submarinos únicos, gran atractivo ecoturístico, gastronomía y tradiciones.
  • Camino de Santiago. Es una de las rutas de peregrinación más famosas y antiguas del mundo. Esta experiencia cultural es la opción de muchos peregrinos que buscan encontrarse a sí mismos, conectar con la naturaleza y vivir una auténtica experiencia cultural.
  • Ribeira Sacra. Es una de las zonas con mayores concentraciones de arte Románico de toda Europa, y uno de los pocos lugares del planeta en el que se practica la viticultura heroica.
  • Monfragüe. Este parque nacional extremeño permite ver algunas de las aves más emblemáticas de Europa y, de noche, es uno de los mejores lugares para ver las estrellas; la Vía Láctea desde allí es un espectáculo imperdible y hay diferentes observatorios desde dónde hacerlo.
  • Ruta del Quijote. Esta ruta turística comprende las localidades del interior de España y Castilla en las que vivió, creció y escribió Cervantes. A través del recorrido pueden visitarse lugares emblemáticos de su trayectoria y visitar Castilla al estilo slow.

¿Cómo puede la industria adaptarse a esta nueva tendencia?

Para sumarse a las nuevas tendencias en turismo la industria, que incluye tanto hoteles como restaurantes y cualquier otro tipo de alojamiento y servicio, debe ponerse manos a la obra. Algunas ideas para adaptarse al slow turism pueden ser incluir comida y bebida típicas del destino y ofrecer talleres para aprender a prepararlos, por ejemplo. Además, también pueden ofrecerse terapias de bienestar y relajación para desconectar del estrés, contribuir a mejorar el equilibrio emocional y conectar con uno mismo.

La adaptación del turismo a la tendencia slow pasa también por ofrecer experiencias y actividades que vayan más allá del simple alojamiento. Los viajes transformadores inspiran a los viajeros a desconectar de su ajetreo diario, les permite adquirir nuevas habilidades, sentirse más conectados consigo mismos y con el destino del viaje.

Otra opción es ofrecer alternativas de transporte sostenible como bicicletas, por ejemplo, para viajar por la ciudad estilo slow. Organizar paseos y excursiones a pie también puede ser una buena forma de marcar la diferencia y lograr nuevos clientes atraídos por la alternativa de turismo lento.

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